EL DUENDE MALICIOSO
- Piedramaní
- 25 feb 2020
- 3 Min. de lectura

Cuento escrito por:
ESTEFANY VALENCIA RESTREPO
Grado 5o.
Institución Educativa Ocuzca
Vereda Maraprá
Anserma Caldas
Cuenta mi abuela, María Antonia, que hace mucho tiempo a quien la vereda ella vivió con mi abuelo Arturo, en una hacienda que en ese entonces se llamaba el Descanso, Esta historia sucedió siendo ella muy joven al igual que mi abuelo. Ellos estaban recién casados y necesitaban una casa para ellos vivir, un día cualquiera se encontró con un vecino y este le preguntó que si ya había encontrado donde vivir y mi abuelo le respondió:
-No, aún no he encontrado
¿por qué?
¡Acaso de pronto sabe de algo que me pueda servir!
-Sí, Don Arturo, allá donde Jorge están buscando un matrimonio para alimentar los trabajadores como usted sabe ya viene la cosecha y dice el patrón de corte que hay muchos, pero no tienen quien los alimente. Si prefiere madrugue mañana y hable con Don Mario el patrón de corte, de pronto esté de buenas.
Y así fue, mi abuelo muy entusiasmado le contó a mi abuela y al otro día muy tempranito como lo recomendó el vecino los dos se madrugaron.
Estando en la finca, hablaron con Don Mario y este muy contento les dijo que cuándo podrían ocupar la finca y respondieron que cuando él se los permitiera.
Don Mario les dijo que ese mismo día y así sucedió, ocuparon la casa.
Pasaban el tiempo y mi abuela notaba que la casa que estaba contigua a la de que ella habitaba no duraba nadie, ella pensaba que era extraño ya que la casa era muy bonita, grande y además tenía una forma muy diferente a las demás casas, ya que la casa no tenía esquinas, era ovalada, la cocina era hasta rara con un patio muy amplio, con veraneras de varios colores, mucho jardín, el patio era en material y todo de blanco, paredes y puertas y en piso en mineral brillante.
Mi abuela nunca se imaginó el porque nadie se amañaba en la casa del “Rincón” como era conocida.
Pasaron los días y llegó una pareja con dos niños pequeños a vivir en la casa del Rincón y la señora hizo amistad con mi abuela y le comenta a mi abuela que había varias cosas que le parecían extrañas en la casa, a lo que mi abuela le respondió:
- ¿Cosas? ¿Y cómo que cosas?
La señora respondió:
A veces se me pierde la plata, la busco y la busco y no la encuentro, los fósforos para prender la estufa, las medias mías o de mis hijos y en dos ocasiones he escuchado la risa de un niño que no es la risa de mis hijos, en pocas palabras me asustan y no se que es lo que pasa.
Mi abuela le dijo que lo que hay allá es un duende, ¡un duende! Replicó la señora.
Como era tiempo de cosecha llegaron varios trabajadores a recolectar café ya que la hacienda era muy grande y todo era café y plátano.
Un día cualquiera estaban comiendo para cada uno retirarse a los cuartos a dormir, cuando uno de ellos comentó que un compañero que estaba en el otro alimentadero, en la casa del Rincón no le gustaba dormir allí ya que pasaban varias cosas que le incomodaban y que una de ellas era que cuando estaba por conciliar el sueño escuchaba la risa de un niño, pero cuando abría los ojos no había ningún niño, a lo que el otro trabajador le respondió: Es un duende.
Mientras mi abuela los escuchaba desde la entrada a la cocina y agregó lo que la vecina le había contado días atrás, entonces dijo el trabajador:
-entonces si es un duende.
-Yo sé cómo derrotarlos, y otro de ellos le dijo:
¡jajaja! No creo, sé que allí no dura nadie por eso y han intentado detenerlo y no ha podido, me pregunto cómo hará usted para desterrarlo.
-No me cree, vea, consígame una guitarra de tres cuerdas y verá.
Le contaron al patrón dueño de la finca y él dijo; ¿una guitarra? A no claro, yo la consigo.
Pasaron varios días y el patrón consiguió la guitarra y llamaron al trabajar y este con la guitarra cantando una canción que a los duendes no les gusta, este desapareció y el patrón muy contento porque ya se amañaban los agregados en la casa del Rincón le quedó muy agradecido.
Esto pasó hace muchos pero muchos años.
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